En el jardín perdido mece
la brisa a los cerezos en flor
y a los pétalos les acarician
los intensos rayos del sol.
La primavera derrite
las últimas nieves de invierno
y un ruiseñor evoca
uno de sus cantos mas tiernos.
Las garzas observan en el río
a un corcel negro saciando
la sed que da un largo camino
recorrido junto a su amo.
Junto a un sauce están dormidos
el caballero y su sable.
Descansan los dos tan tranquilos
que hasta parecen amables.
Mas aguardan con paciencia
aun queda un nuevo camino
ya que próxima es la guerra,
próximo está su destino.
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